Mi mayor enemigo es mi cerebro: mis pensamientos me martirizan, me dañan, me impiden avanzar. Si no cambio yo, no cambiará mi vida. Los días iguales, rutinarios, sin cambios y sin sentido. Las noches vacías de sueño, llenas de tristeza, sábanas empapadas de lágrimas. Me perdí en un mundo de autocompasión del que olvidé el camino para salir. Y hasta que no regrese de ese extraño y oprimete paraje no habrá nada para mí. Nada hay esperándome, porque nada sabe que existo. Tengo que empezar con pequeños pasos, pequeños logros, porque necesito que mi mente vuelva a sentirse viva. Ya.
¿A qué esperas para saltar? Sin miedo... :)
ResponderEliminarSoy cobarde y tengo miedo, por eso no puedo saltar. Le doy vueltas y vueltas y así no se avanza, lo se.
EliminarBienvenido a mi blog, Mr. Rific. No pensé que nadie leyera eso, pero muchas gracias por tu comentario. Intentaré seguir tu consejo.
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